Acoso callejero: en cada cuadra un agresor
“Venía del Mejunje, a las tres de la tarde y en la esquina antes de llegar a mi casa sentí a una persona detrás de mí, cerca. Lo asumí como algo normal, que iría adelantarme en su apuro. Justo cuando iba a cruzar la calle me levantó el vestido. Me quedé paralizada, solo volteé y vi al hombre corriendo. No pude gritar. No pude pedir ayuda. Me quedé en shock”.