“Reyes que tienen que volverse magos”
El 5 de enero es una noche en que la que los corazones infantiles palpitan a ritmo apresurado y cuando cierran los ojos sueñan con ilusión, que los Reyes Magos les traigan regalos ansiados. Según la tradición, regresaban la madrugada del 6 de enero deslizándose sigilosamente por alguna puerta que, en complicidad con los magos del Oriente, quedaba misteriosamente abierta. Los niños de las ciudades, cuentan los más longevos historiadores, escribían sus cartas para pedir todo cuanto podía ocurrírseles, poniendo a sus padres –los Reyes verdaderos- en el más indescriptible aprieto.