Recuerdos de un hombre-faro, que aún ilumina
Fidel y esos momentos en que se erigió amigo, maestro e ídolo hecho hombre están grabados a fuego en Marta Irene Arevich Marín. Rememorarlo, a 6 años de su último encuentro, refuerza la sensación de tenerlo, vivo e inolvidable, como la primera mirada que un padre dedica a sus hijos. Por Alfredo García Pimentel