Hasta las piedras lloraron
El 27 de noviembre de 1871 La Habana fue testigo de uno de los actos más atroces de la historia colonial española en Cuba. Ocho estudiantes de medicina, acusados injustamente de profanar la tumba del periodista español Gonzalo Castañón, fueron fusilados sin pruebas contundentes, en un intento desesperado de las autoridades coloniales por sofocar el creciente fervor revolucionario. La ejecución de estos jóvenes, algunos seleccionados al azar, dejó una marca indeleble en la memoria colectiva de los cubanos, simbolizando la brutalidad y la represión de la metrópoli. Este episodio trágico es un recordatorio eterno del precio de la libertad y la dignidad humana, y la crónica de Raiza Díaz Miranda ahonda en los detalles de este sombrío capítulo de nuestra historia.