Dulce atracción
Crecí en la casa de una maestra, así que temprano aprendí de esa pasión por enseñar a toda hora: cuando mi abuela jugaba a las bolas en el césped impecable del patio, cuando me preparaba las meriendas, cuando antes de asomarme aún a la escuela acompañó mis manos para hacerle la trencita a la A. Y fue una suerte. Ella es mi maestra favorita.