Alicia Alonso, bailarina cubana más universal
Si en el adiós se fueran los recuerdos dolieran menos las manos agitadas. Cae el telón y lloran los aplausos. Un silencio se apodera del aire. Asfixia los sentidos. Luego la frágil melodía del clarinete, los violines y vuelve Alicia en el Pas de Deux impecable, la contorsión de un cuerpo anclado a los arpegios y ese andar con pasos de piano irreverente. Es una con la música y bailando traspasa la muerte su vocación de eternidad. Se fue nuestra Gisselle y el luto vibra en todos los idiomas con negras alas de cisne que agoniza. Por Reinier del Pino