Miguel Batista García, cuando la humanidad de la faena radica en la grandeza
Antes del canto mañanero del gallo, este hombre sencillo que peina canas, acompañado de su escoba y pala, comienza a desandar, como todos los días, las calles más céntricas del pueblo. Esta persona imperceptible para algunos transeúntes realiza una loable y enaltecedora labor, subvalorada por muchos.