Tú que puedes, quédate en casa
Los rostros se hacen cada vez menos visibles, las miradas tratan de hablar y los codos se saludan aunque leve, porque la distancia es el imperativo de estos tiempos.
Los rostros se hacen cada vez menos visibles, las miradas tratan de hablar y los codos se saludan aunque leve, porque la distancia es el imperativo de estos tiempos.